Su objetivo es cubrir los gastos de reparación necesarios, hasta el límite de la suma asegurada, para conseguir restaurar la coherencia estética que el bien dañado tenía antes de la ocurrencia del siniestro.
Por ejemplo, tras la reparación de una avería en una tubería, se ha tenido que cambiar parte de la solería de gres y algunas baldosas de la pared de una cocina.
En principio, la compañía de seguros cumple su función reparando la avería y reponiendo las baldosas dañadas. Si el asegurado cuenta con una cobertura de daños estéticos y no es posible reponer el mismo tipo de baldosas, la aseguradora debe dar una solución estética uniforme a los perjuicios producidos, con los límites económicos previstos en la póliza.