Regulación y supervisión por parte del Estado
El seguro es una promesa. Cuando alguien adquiere un producto industrial, como un automóvil, recibe algo tangible a cambio de su dinero; su calidad se puede percibir. Sin embargo, con la compra de un seguro se adquiere una promesa. Además, como se paga por adelantado, se convierte en un mecanismo propicio a la aventura económica, por lo que es necesario que los asegurados tengan la garantía de que la utilización que se va a hacer de las primas es correcta y de que se va a crear un fondo que garantice la prestación futura del servicio contratado.
El seguro es un servicio cuyo precio se determina en función de elementos que pueden sufrir importantes variaciones; por lo tanto, existe el riesgo de que sea insuficiente y ponga en peligro la existencia de la empresa que presta el servicio.
Por eso, es necesario regular mediante leyes generales y específicas el funcionamiento del sector asegurador. Como consecuencia de ello, el seguro es una actividad muy supervisada en todo el mundo que dispone de organismos que vigilan que las entidades aseguradoras actúen conforme a la legislación vigente.