Seguros y pensiones para todos

Evolución de los sistemas de pensiones

Conocer el origen de las pensiones es una forma de entender por qué existen y de saber lo que las ha traído hasta nuestros días.

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El origen de las pensiones se encuentra en la antigua Roma con la jubilación que Octavio Augusto aseguró para los militares licenciados.

Las Aerarium Militare ofrecían una compensación de doce años de paga o tierras después de entre 16 y 25 años sirviendo en el ejército, todo ello pagado con las arcas públicas.

También dentro del Imperio Romano surgieron algo así como los primeros sistemas privados para complementar los cuidados del Estado en la vejez. Eran las Collegia romanas, asociaciones privadas que en principio se crearon para asegurar entierros y que poco a poco fueron sumando otros servicios como por ejemplo el de proveer alimentos.

La caída del Imperio Romano cambió el panorama y durante la Edad Media los avances en términos de pensiones promovidas desde el Estado se detuvieron. La evolución de los sistemas de pensiones no fue mucho más allá durante siglos. De hecho, más que permanecer se destruyeron, al menos los financiados por el Estado.

Pensiones en el tiempo: de lo privado a lo público

La historia de las pensiones durante los próximos siglos tuvo más que ver con la iniciativa privada que con la pública, y estuvo muy ligada al mundo del seguro. Tanto es así que muchos sistemas de pensiones públicos comenzaron con seguros concretos para situaciones específicas como la de viudedad, como veremos más adelante.

En el siglo XVII es cuando empezaron a popularizarse las pensiones privadas, promovidas por órdenes religiosas, gremios y colegios de trabajadores, para proporcionar unos ingresos o mejores condiciones de vida a sus miembros.

Así surgieron iniciativas como la del Duque Ernesto el Piadoso en Gotha, Alemania, que en 1645 estableció un fondo para las viudas del clero y otro para profesores en 1662, una idea que se extendió (la de las viudas) a otros países de Europa al comienzo del siglo XVIII.

En Estados Unidos, la primera pensión como tal se creó en 1636 en la colonia de Plymouth, y tuvo como destinatarios a los soldados. Otras colonias como Virginia, Nueva York, Rhode Island y Maryland le siguieron años más tarde.

En 1644 el Acta IX de Virginia creaba una pensión para los hombres heridos durante las expediciones contra las tribus indias, y en 1675 la ampliaba a las viudas y huérfanos de los soldados.

A la par, surgían otras iniciativas privadas para mejorar el retiro, como las tontinas, ideada por el banquero napolitano Lorenzo Tonti. El sistema de Tonti consistía en un acuerdo privado de varias personas para poner un fondo y repartirlo en un momento futuro determinado entre quienes sobreviviesen. Algo similar a un seguro de vida y jubilación, creado por encargo del cardenal Mazarino para financiar la recuperación económica después de una larga guerra.

En 1791 Lafarge constituyó la tontina Lafargue durante la revolución francesa, y este modelo se volvió bastante popular en Europa y Estados Unidos, aunque degeneró en asesinatos entre los miembros de las tontinas para cobrar más dinero llegado el momento. En España las tontinas se prohibieron en 1926.

La revolución industrial y las pensiones de las empresas

Entre los siglos XVII y XIX la revolución industrial y la emergencia del capitalismo cambiaron el panorama laboral. Muchas personas se trasladaron del campo a la ciudad, y también se produjo un empeoramiento de las condiciones de trabajo con largas jornadas y salarios ajustados.

El resultado fue que llegado el momento de jubilarse o cuando ya no podían seguir trabajando, muchas personas no disponían de recursos financieros para mantenerse. Esto abrió un nuevo hito en la historia de las pensiones: la proliferación de los sistemas de pensiones privados por parte de las empresas.

Los promotores de los sistemas en este caso eran las propias empresas u organizaciones caritativas, y se financiaban con las aportaciones de la empresa y del trabajador. Llegada determinada edad o después de un número de años trabajados, el empleado podía jubilarse y cobrar un dinero.

Aquí está el germen de los actuales planes de pensiones de empleo, de los que se considera que el de American Express fue el primero, en 1875.

Otto von Bismarck y el primer sistema nacional de pensiones

La primera respuesta pública al creciente movimiento obrero y el auge del socialismo se dio en Alemania de la mano del canciller Otto von Bismarck. Primero instituyó un seguro de enfermedad para los trabajadores en 1883, al que sumó un seguro de accidentes en 1884. Finalmente, en 1889 puso en marcha el primer sistema de jubilación moderno con un funcionamiento que hoy sigue vigente en muchos países.

La edad de jubilación quedó establecida en los 70 años, aunque más adelante se reduciría a los 65 años. Esa cifra ha quedado marcada a fuego en muchos sistemas de pensiones cuando, en realidad, era fruto de las condiciones de la época y de la esperanza de vida de principios del siglo XX.

Las pensiones de Bismarck funcionaban mediante un sistema contributivo de reparto, por el que las cotizaciones de los trabajadores actuales financian las pensiones actuales. Por eso se dice que existe una solidaridad intergeneracional, ya que una generación paga efectivamente las pensiones de la anterior, ya jubilada.

Otros países europeos fueron adoptando paulatinamente sus propios sistemas, basados en este modelo en mayor o menor medida, como parte de la evolución de las pensiones en Europa.

Por ejemplo, el Reino Unido optó por una variante de este modelo basada en el Informe Beveridge, que se publicó en 1942. Este informe apostaba por introducir un sistema de mínimos para luchar contra la pobreza con una pensión asistencial fija e igual para la mayoría de trabajadores.

Es decir, tenía un carácter asistencial y un fuerte componente redistributivo. En pocas palabras, el sistema de Bismarck tenía más incentivos para la clase media, mientras que el Beveridge trataba de igualar las condiciones entre clases.

En Estados Unidos la Seguridad Social como tal se creó en 1935, y a partir de ahí se fueron estableciendo diferentes sistemas de beneficios, aunque el nivel de cobertura sigue muy por debajo del europeo y depende casi en exclusiva del trabajador.

Evolución de las pensiones: cambios y nuevos sistemas

Frente a los modelos de reparto fueron surgiendo nuevas opciones, como los sistemas de capitalización individual, que son un modelo de pensiones diferente y más extendido en Latinoamérica.

Bajo este sistema, existe una relación directa entre las aportaciones del trabajador y su pensión. El componente de solidaridad intergeneracional desaparece y cada trabajador recoge lo que ha cosechado en términos de cotizaciones e inversiones.

El modelo implantado por Chile en 1981 durante la dictadura de Augusto Pinochet es el que sirve de base para buena parte de los sistemas de Latinoamérica. Muchos países han optado por complementar los sistemas de capitalización individual puros, donde el Estado no interviene, con sistemas mixtos donde sí garantiza una pensión mínima.

Retos del futuro

El principal reto al que se enfrentan las pensiones públicas en este punto de su historia es el de lograr un punto de equilibrio y sostenibilidad, especialmente en los sistemas de reparto.

El envejecimiento de la población y la mayor esperanza de vida están poniendo en jaque el modelo de Bismarck tal y como estaba concebido, mientras que los modelos de capitalización individual crean ciertas diferencias sociales y son complicados de implantar en países que ya usan un sistema de reparto.

En este sentido, una tendencia en auge es incluir o fomentar la inversión privada como complemento a la pensión pública mientras se buscan fórmulas de hacer que el sistema sea más resiliente y sostenible.