Errores con el dinero a los 20
Si vas a equivocarte, mejor hacerlo pronto. Esta es una frase muy repetida en start ups y empresas ante el lanzamiento de nuevos productos. Con tus finanzas siempre es mejor no equivocarte, pero si vas a hacerlo (y lo harás), hay errores con el dinero que es mejor cometer a los 20 que a los 30 años o entrada en la cuarentena.
Hay lecciones sobre finanzas personales que no se enseñan en la escuela. Incluso si se hiciese, la brecha entre la teoría y la práctica es tan grande cuando se trata de dinero, que sería complicado ponerlas en práctica.
Cometer errores con el dinero a los 20 años es normal y puede ser positivo siempre que aprendas de ellos. Estos son los más habituales:
Gastar demasiado en el coche
El coche es símbolo de estatus a los 40 años y también a los 20. Tener coche puede marcar la diferencia a la hora de hacer planes con esa edad y también para tu bolsillo.
Uno de los fallos más habituales es gastar demasiado en el coche por comprar uno muy caro, por tunearlo o llenarlo de extras o por financiarlo a largo plazo.
Los tres son errores de los que se puede aprender. De los dos primeros, a tener las claras las prioridades en la vida y enfocar tu dinero hacia ellas. El coche puede que sea una de ellas si de verdad te gusta o no tanto si lo único que quieres es un medio de transporte.
Del tercer fallo puedes aprender los peligros de la deuda. En otras palabras, por qué no pagar con un dinero que no tienes cosas que realmente no necesitas. Financiar tu coche a largo plazo puede hacer que un vehículo de 12.000 euros se transforme en un gasto total de 16.000 euros o más.
Pensar que el ahorro es para más adelante
“Ya ahorraré cuando gane más dinero” esta frase no es exclusiva de la juventud, pero sí suele ser más recurrente. En la veintena se acumulan los planes y opciones de ocio, que hacen que ahorrar requiera un esfuerzo adicional, sobre todo para el largo plazo.
Sin embargo, no hay mejor momento para adquirir el hábito de ahorro que cuando eres joven. La razón es que una vez lo hagas, nunca dejarás de ahorrar. La fórmula más efectiva para conseguirlo es ahorrar de manera automática como explicamos en este artículo.
Una buena estrategia para mantener tu pulso ahorrador a lo largo de los años es ahorrar por lo menos el 25% de tus subidas de sueldo. Así evitas caer en una espiral de gasto creciente y te aseguras que tu ahorro aumenta conforme lo hacen tus ingresos.
Centrarse en el ahorro y olvidarse de la inversión
Todo el mundo tiene más o menos clara la necesidad de ahorrar, sobre todo para el corto plazo. Con la inversión no ocurre lo mismo, especialmente cuando eres joven. A fin de cuentas, la jubilación queda muy lejos e incluso otras metas como dejar de trabajar a los 40 años.
Sin embargo, esa inversión es la que marcará la diferencia a largo plazo. Si con 20 años empezases a ahorrar e invertir 50 euros al mes con una rentabilidad anual del 5%, al cabo de 20 años tendrías 20.687 euros, de los que más de 8.000 serían sólo intereses.
Al llegar a los 65 años tendrías en tu cuenta 101.794 euros. De todo ese dinero, tú sólo habrías aportado 27.050 euros. El resto serían todo intereses, un ingreso pasivo en toda regla.
No controlar tus gastos e ingresos
Este es otro error que no es exclusivo de los veinteañeros, aunque sí puede ser más pronunciado. A fin de cuentas, es fácil pensar que con 20 años y viviendo en casa de tus padres, no necesitas un presupuesto ni cualquier otra herramienta para controlar tus gastos e ingresos. Nada más lejos de la realidad.
El ejercicio de hacer un presupuesto es útil en cualquier etapa de tu vida. Gracias a él podrás saber cómo y en qué te gastas el dinero. A tu edad, descubrirás muchos de las llamados gastos hormiga que son los que te impiden ahorrar y hacen que tengas la sensación de que el dinero se escapa de tus manos.
Independizarte demasiado joven o no aprovechar la ventaja de vivir en casa de tus padres
No se trata tanto de aguantar contra viento y marea en casa de papá y mamá, igual que tampoco de abandonar el nido en cuanto puedas. Lo idóneo es que te emancipes cuando dispongas de un pequeño colchón de ahorro para emergencias y tengas ingresos recurrentes.
De hecho, un error muy habitual (y compresible) es desaprovechar esos años en los que trabajas y vives todavía en casa de tus padres. Y es que esa es una etapa donde podrías ahorrar un altísimo porcentaje de tu salario sin que tu calidad de vida fuese peor.