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El origen de las pensiones

Conocer el origen de las pensiones es una forma de entender por qué existen y de saber lo que las ha traído hasta nuestros días.

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Muchas de las cosas que hoy damos por supuesto son en realidad invenciones que no siempre estuvieron ahí. Eso es precisamente lo que ocurre con la pensión de jubilación y las pensiones en general. Se trata de un invento del hombre que no ha estado presente en todas las civilizaciones, aunque casi.

Conocer el origen de las pensiones es una forma de entender por qué existen y de saber lo que las ha traído hasta nuestros días. Y es que antes del sistema actual de pensiones los romanos ya inventaron un método para garantizar un retiro digno a sus mayores y a sus soldados.

De hecho, antes incluso de crear la primera pensión de jubilación propiamente dicha, idearon un sistema para el cuidado de los mayores: la Lex cionaria o Ley de la cigüeña.

Según esta ley, los hijos tenían el deber de cuidar de sus padres y abuelos, igual que hacen las cigüeñas cuando son jóvenes y empiezan a valerse por sí mismas. Esta obligación se ha trasladado a nuestros días con ciertos matices.

En concreto, el artículo 143 del Código Civil regula la obligación de “darse alimentos”, que sería la traslación de esa obligación romana. Negar esa asistencia y los cuidados a los padres es uno de los motivos para desheredar a los herederos y excluirlos de la herencia.

El origen de las pensiones: en Roma empezó todo

La Lex cionaria fue un primer acercamiento a la necesidad de asegurar cuidados para quienes ya tienen problemas para valerse por sí mismos. Sin embargo, el origen de las pensiones como tales y de la jubilación es posterior.

Las primeras pensiones fueron para los militares, que estuvieron en el centro del éxito del Imperio Romano. Con esto en mente es más fácil entender por qué la palabra jubilación en latín (jubilare) significa gritar de alegría, pues implicaba dejar de jugarse la vida en el ejército.

Las Aerarium Militare se crearon por el emperador Octavio Augusto como recompensa a los soldados después de cumplir ciertos años de servicio y también como solución al problema de los veteranos de guerra tras la profesionalización del ejército.

Esta pensión se entregaba como una prestación o praemium único. Es decir, que el soldado recibía su pensión de golpe, con un solo pago. Esta pensión representaba aproximadamente doce años de salario para un legionario y variaba según el servicio prestado, igual que las condiciones para acceder la pensión. Los veteranos licenciados podían elegir entre esa paga o una parcela de tierra.

Inicialmente la guardia pretoriana, que ejercía de escolta de los emperadores, debía cumplir 12 años en el cargo que pronto se elevaron a 16 años. Por su parte, las legiones debían cumplir primero 20 años de servicio que se convirtieron en 25 años y los soldados no ciudadanos con labores auxiliares 26 años.

Como es lógico, no todos los soldados llegaban a cumplir los 25 años de servicio. Muchos fallecían antes de poder jubilarse y cobrar la pensión, como sigue ocurriendo hoy en día. Sin embargo, ya en tiempos del Imperio Romano se vio la dificultad para mantener el sistema, especialmente al terminar las guerras y en tiempos de paz.

Tanto es así que el Imperio Romano experimentó problemas para cubrir esas pensiones, que se financiaron con la aportación inicial de Augusto y posteriores impuestos. Una de las soluciones para atajar el problema fue prolongar la duración del servicio militar, que no es muy diferente al aumento de la edad de jubilación que se plantea en los sistemas modernos.

Ciudades para jubilados

Junto con la creación de una pensión para los militares, el Imperio Romano también vio la necesidad de reubicar a los militares jubilados que preferían tener su parcela de tierra. Así es como nacieron en España ciudades como Emérita Augusta, hoy en día Mérida, creada para los militares licenciados.

También León surgió como ciudad de militares, aunque en este caso se hizo sobre un campamento de la Legión VII.

Las primeras pensiones privadas, también en Roma

Aunque diferentes de lo que hoy conocemos como planes de pensiones y otras formas de complementar la pensión pública, los romanos también crearon un sistema de protección social privado a través de los Collegia.

Estas asociaciones privadas se encargaban de cubrir las carencias del estado en cuestiones básicas de socorro como recibir alimentos o poder tener un entierro. Cada collegium tenía sus propias normas para poder formar parte de él.

De dónde surgen las pensiones modernas

La creación de las primeras pensiones es romana, pero el modelo actual no. El sistema de reparto de las pensiones públicas, uno de los modelos de pensiones más extendidos y el que se usa en España, se lo debemos a la Alemania del Kaiser Guillermo.

El ideólogo del sistema fue el canciller Otto von Biskarck, que a finales del siglo XIX creó el que se considera el primer sistema de seguridad social para la vejez. El canciller ideó el sistema como fórmula para combatir el movimiento sindicalista y obrero después de probar medidas más represivas como prohibir los partidos obreros.

Este primer sistema de jubilación se puso en marcha en 1889 y aseguraba una pensión para los trabajadores a partir de los 70 años. Esta pensión se unía al seguro de enfermedad y de accidentes para todos los trabajadores, creados en 1883 y 1884, respectivamente.

¿Y quién financiaba el sistema? Como en el modelo actual, los trabajadores, la patronal empresarial y el Estado.

El origen de las pensiones en España

Las políticas de protección al trabajador en España datan de 1883 con creación de la Comisión de Reformas Sociales y más tarde del primer seguro social en 1900 a través de la Ley acerca de Accidentes de Trabajo.

Ya en 1919 se crearía el Retiro Obrero bajo el Gobierno de Antonio Saura y se seguirían haciendo avances hasta la puesta en marcha del SOVI o Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidez en 1947.

El origen primigenio de la Seguridad Social hay que buscarlo en 1963 con la Ley de Bases de la Seguridad Social y en 1966 con la Ley General de la Seguridad Social.

Con la caída de la dictadura de Franco y la aprobación de la Constitución se sentaron las bases del estado del bienestar. Tanto es así que el artículo 41 de la Carta Magna recoge que los poderes públicos mantendrán un régimen de seguridad social.

Con la aprobación del Real Decreto Ley 36/1978 se crean las bases del sistema actual vigente.