¿Qué gastos tiene invertir?
Las inversiones a coste cero son un rara avis dentro del mundo financiero. Salvo contadas excepciones como hoy en día la mayoría de los depósitos, invertir siempre tendrá un coste.
La diferencia entre unas inversiones y otras es que estos gastos asociados a la inversión no siempre aparecen igual de claros ni son tan fáciles de ver a priori.
¿Por qué te interesa conocer los gastos y comisiones al invertir? En primer lugar, porque toda comisión de más que pagas es un beneficio de menos que recibes. Y es que, estas comisiones se restan de la rentabilidad que obtienes con tu dinero.
En segundo lugar, porque es uno de los pocos aspectos de tus inversiones que de verdad puedes controlar. Otro es cuánto dinero invertir.
Cuánto cuesta invertir: los tipos de gastos que deberás afrontar
Igual que siempre hay un riesgo en toda inversión, también hay una serie de costes que se repiten en la mayoría de productos. Como punto de partida se puede dividir los gastos de una inversión entre:
- Comisiones: Las comisiones son normalmente explícitas y es habitual que la entidad te informe sobre ellas. Son un porcentaje o gastos fijo que se cobra por cuestiones como gestionar tu dinero, por administración, abrir o cerrar una operación en bolsa, suscribir un fondo, custodiar acciones…
- Costes operativos: Este es un gasto implícito en la propia operativa y que varía según el producto. Por ejemplo, un fondo de inversión que invierta en acciones tendrá que pagar los cánones de bolsa al comprar y vender acciones; o un Unit Linked tendrá que abonar los gastos de gestión, suscripción y reembolso de los fondos de inversión en los que invierta.
A partir de ahí, hay comisiones fijas y otras que son variables (por ejemplo, la comisión de éxito), gastos que tienen un montante concreto y otros que se calculan como un porcentaje del dinero invertido o de la operación que hagas, gastos fáciles de entender y justificar y otros complicados de asimilar…
De hecho, sólo algunos de los gastos y costes de las inversiones se repiten exactamente igual producto tras producto. Así, los fondos cuentan con una estructura de gastos diferentes a las de los planes de pensiones, e incluso en bolsa tendrás costes diferentes si inviertes en acciones o en CFDs, por ejemplo.
Las comisiones más comunes al invertir
¿Cachopo o San Jacobo de carne? ¿Pepsi o Coca-Cola? Pues básicamente es lo mismo con un nombre distinto y eso es precisamente lo que ocurre con muchos gastos asociados a la inversión.
Cada producto de inversión tiene su propia estructura de costes y comisiones concreta, pero muchas de ellas son similares, sólo que con denominaciones diferentes.
Como verás a continuación, en un fondo pagarás una comisión de suscripción, mientras que con una acción tendrás gastos de por dar la orden de compra. Es decir, el mismo tipo de gasto, sólo que con una piel ligeramente diferente.
¿Y cuáles son estos costes y comisiones que se repiten? ¡Vamos a verlo!
Comisión de mantenimiento
Este coste puede tener diferentes nombres según el producto de inversión, pero viene a ser lo mismo. Es un dinero que tendrás que pagar por mantener el capital en el vehículo de inversión elegido.
Al invertir en bolsa será la comisión de mantenimiento o de custodia de valores, mientras que en un fondo de inversión o un plan de pensiones se habla de comisión de depósito que, además, la cobra la entidad depositaria.
Comisión de compra/venta
Otra de las comisiones con un carácter casi universal. Está presente de forma explícita o implícita en prácticamente todas las inversiones que realices en el mercado.
En el caso de la inversión en bolsa, el bróker cargará una comisión sobre el importe de la operación que realices. Por ejemplo, si inviertes 1.000 euros y la comisión es del 0,3%, pagarás tres euros de comisión. Lo más habitual es que este porcentaje disminuya según aumenta el importe de la operación.
A este coste habrá que sumar el canon bursátil, que es el que se paga a la Bolsa por contratar y liquidar tus posiciones (cuando compras o vendes una acción).
Con un fondo de inversión no pagarás una comisión de compraventa, pero sí es posible que carguen una comisión por suscripción y reembolso o traspaso que, en esencia, es lo mismo. La traducción es que invertir y desinvertir suele tener un coste.
Comisión de gestión
Es un dinero que pagas a la entidad encargada de gestionar tus inversiones. En un fondo de inversión, es el dinero que pagas a la gestora del fondo, que es quien crea y ejecuta la estrategia de inversión.
Con un plan de pensiones ocurre algo parecido, ya que al final el plan lo que hace es invertir tus ahorros a través de un fondo de pensiones.
Esta comisión también se aplica a otros productos como Unit Linked e incluso a un PIAS, donde hay un equipo gestor encargado de seleccionar y decidir los fondos y activos en los que se invierte. Lo mismo ocurre con las carteras de fondos gestionadas, como las carteras modelo de diferentes entidades financieras o los roboadvisors.
Dependiendo del producto en cuestión, esta comisión puede cobrarse como un porcentaje del dinero invertido o como una comisión de éxito. El primer modelo es el más habitual y supone que la gestora cobrará siempre por sus servicios, ganes o pierdas dinero.
Con el segundo modelo, la gestora o el asesor sólo cobrarán si las inversiones son rentables. En ese caso se llevarán un porcentaje de la rentabilidad obtenida.
A estas tres comisiones básicas se suman otras que pueden ser propias de cada producto de inversión. Un ejemplo es la prima del seguro en un PIAS, los spreads con los CFDs, que con contratos por diferencias donde inviertes sin comprar ningún activo o los cargos que puede haber al invertir con determinados productos de bolsa y Forex, el mercado de divisas.
Hay una cosa más que debes saber sobre estas comisiones y gastos de la inversión: funcionan de forma acumulativa.
Para que lo entiendas mejor, un fondo de inversión de renta variable tendrá que hacer frente a los gastos de corretaje y demás comisiones de inversión en bolsa, mientras que un Unit Linked tendrá que asumir los costes de los fondos de inversión en los que invierta que, a su vez, asumirá los gastos de bolsa que has visto…
Todos estos gastos y comisiones son rentabilidad que dejas de percibir y que mina el efecto del interés compuesto sobre tus inversiones. Además, pueden ser difíciles de detectar, ya que en algunos casos se restan directamente sobre el valor de la inversión. Por ejemplo, la comisión de gestión de un fondo se resta al calcular el valor liquidativo de tus participaciones.
Otra cuestión diferente son las comisiones de compra/venta que sí son más fáciles de detectar y de calcular su impacto real.
¿Es posible conocer el coste real de tus inversiones?
La respuesta es afirmativa, aunque no siempre es fácil averiguarlo. El grado de dificultad dependerá de cada producto.
Por ejemplo, saber los costes totales de un fondo es relativamente fácil. Para dar con el dato debes buscar tu TER o Total Expense Ratio. Este indicador es la suma de las comisiones más costes operativos del fondo y una buena forma de comparar cuánto cuesta el que tienes.
Después, si el fondo cobra comisión por suscripción, también deberás tenerla en cuenta a la hora de planificar tus aportaciones. La razón es que cada inversión supondrá que pagas un gasto que podrías evitar con otro fondo.
Algo similar ocurre con la inversión en acciones. El coste de inversión lo puedes averiguar consultando las tarifas de tu bróker. A partir de ahí será tu propia operativa y el número de transacciones que hagas lo que determine cuánto pagas en comisiones.
La regla de oro ante la duda es preguntar siempre por la rentabilidad neta que te ofrece el producto, descontando los gastos propios del vehículo.
¿Se puede desgravar estos gastos de la inversión?
Hay un último coste común a todas las inversiones: los impuestos. Siempre que inviertas tendrás que pagar su parte a Hacienda al hacer la declaración de la renta. La fiscalidad concreta dependerá de en qué y cómo inviertas, tal y como explicamos aquí: cómo funcionan los impuestos de tus inversiones.
Estos impuestos también tienen en cuenta los gastos de la inversión. Al hacer la declaración de la renta podrás imputar los costes asociados a la inversión para calcular la rentabilidad que obtienes a efectos fiscales.
En concreto, Hacienda permite deducir los siguientes gastos:
- Gastos de administración y depósito
- Comisiones de compraventa y corretajes.
Así sólo pagarás por el rendimiento que obtengas sin los gastos que hayas tenido que soportar.