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La importancia del plazo en la inversión

La importancia del plazo en la inversión

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¿Te plantearías adelgazar 10 kilos en un mes? ¿Y correr 10 kilómetros si nunca te has enfundado unas zapatillas? Seguro que no. Es más, tampoco deberías: ambas supondrían un riesgo importante para tu salud.

Con tus finanzas ocurre algo parecido. El objetivo que te marques es tan importante como el plazo en el que quieras alcanzarlo. Si quieres correr demasiado, tendrás que asumir más riesgos. Por eso mismo, al invertir, hacerlo a largo plazo tiene muchas ventajas y sentido para el común de los ahorradores.

De hecho, entre las cosas que debes tener claras antes de invertir es el horizonte temporal en el que lo haces.

¿Qué es el horizonte temporal en una inversión?

El horizonte temporal es el tiempo que vas a mantener tu dinero invertido. Es decir, durante cuánto tiempo puedes prescindir de esa parte de tus ahorros para que vayan generando rentabilidad a través de tus inversiones.

Conocer este horizonte temporal es importante para poder ajustar tus objetivos de inversión al riesgo que asumes. Para que lo entiendas mejor, si quieres duplicar tu dinero en 1 año tendrás que invertir y asumir unos riesgos diferentes que cuando quieres hacerlo en 10 años.

En el primer caso necesitarás una rentabilidad anual del 100% y en segundo del 7,2%. ¿Ves ahora la diferencia?

Precisamente por eso cada producto de inversión tiene su horizonte temporal recomendado para poder ofrecer unos resultados acordes al riesgo que asumes. Para facilitar que puedas elegir y que sepas en qué plazos debes moverte, se suele diferenciar entre tres horizontes temporales.

  • Corto plazo para las inversiones en las que quieres recuperar el dinero en menos de un año.
  • Medio plazo para las inversiones con un horizonte de entre uno y siete años. Ese es el tiempo en que estimas que no necesitarás ese dinero invertido.
  • Largo plazo para las inversiones a más de ocho años vista, aunque idóneamente a más de diez.

Estos son límites generales, aunque puedes (y debes) ajustarlos a tus necesidades. Es decir, para ti ese corto plazo puede ser de dos años si sabes a ciencia cierta que en ese tiempo necesitarás el dinero. Por ejemplo, si cuentas con un capital ahorrado que estás guardando para comprar una casa en dos años.

Cómo afecta este horizonte a tus inversiones

El tiempo que piensas mantener la inversión juega un papel determinante sobre el riesgo que puedes o debes asumir.

Igual que no te pondrás a jugar una partida de monopoly si sabes que te tienes que ir en 20 minutos, tampoco deberías invertir en productos muy volátiles, donde el precio se mueve mucho y rápido, un dinero que sabes que necesitarás en tres meses para cambiar de coche, por ejemplo.

La razón es sencilla, en las inversiones a corto plazo no cuentas con el lujo del tiempo para recuperarte en caso de una caída. Como consecuencia, el foco del dinero a corto plazo se pone en la estabilidad y la protección. Es decir, en poder recuperar lo que has invertido, aun a costa de obtener menos rentabilidad.

Todo lo que se aleje de esa visión es igualmente lícito, pero entra más en el plano de la especulación que de la inversión y debes tener claros los riesgos que implica: puedes no recuperar todo tu dinero cuando lo necesites.

¿Qué pasa cuando inviertes más tiempo? Que este enfoque cambia y puedes ir sumando más riesgo o potencial rentabilidad, según quieras verlo. A modo de ejemplo, si inviertes a 20 años vista, tienes mucho tiempo por delante para enmendar errores, por lo que puedes invertir en activos más volátiles.

En otras palabras, puedes poner el foco en la rentabilidad y no en preservar tu capital. Después, conforme ese horizonte temporal se vaya reduciendo, ya podrás ajustar también el riesgo que corres a tu nueva realidad. Una forma de hacerlo es con la regla del 120.

A más tiempo, mejor relación riesgo-rentabilidad

Nadie sabe qué va a pasar en los mercados mañana y quien diga lo contrario, probablemente se equivocaría. Lo que sí sabemos, porque existen datos estadísticos, es que la tendencia de la bolsa es alcista y que cuanto mayor es el horizonte temporal de la inversión, menos posibilidades hay de perder dinero.

El siguiente gráfico de JP Morgan lo ilustra a la perfección.

Rentabilidad de los activos por periodo de inversión en EE.UU.

Desde 1950 las inversiones en renta variable a un año vista han dado beneficios de hasta un 61%, pero también pérdidas del 43%. Alarga el periodo a 5 años, medio plazo y esas diferencias se reduce. Llévalo a 10 años y la diferencia será menor. Invierte a 20 años vista y ya no perderás dinero.

Eso es lo que dicen los números que Schroders resume así.

Short-term investors have faced significant risks of losing money, longer-term investors have not

Como puedes ver, la posibilidad de perder dinero se reduce drásticamente según aumenta el plazo de la inversión. Ese es el efecto del tiempo en tus inversiones.

Y no sólo se trata del riesgo, también del rendimiento.  Hay otros dos elementos que favorecen la inversión a largo plazo.

El primero es el interés compuesto, que no es más que el hecho de reinvertir los rendimientos que consigues. El interés compuesto es una de las mayores palancas para hacer crecer tu dinero y sólo necesita tiempo para funcionar y crear un efecto ‘bola de nieve’.

Gracias al interés compuesto tus ahorros crecen cada vez más rápido hasta que llega un momento en el que los intereses que generan tus inversiones pueden superar el dinero que has aportado.

A modo de ejemplo, si inviertes 10.000 euros con una rentabilidad anual del 8% al cabo de 20 años tendrías 46.609,47 euros, más del triple de lo que aportaste, y el último año habrías generado cerca de 3.500 euros sólo en intereses.

El segundo elemento clave son las comisiones. Comisiones vas a pagar siempre, pero normalmente una estrategia a corto plazo implicará más movimientos para ajustar tu cartera a lo que sucede en el mercado y, por lo tanto, más comisiones. Invertir a largo plazo te permite ajustar mejor este apartado.

Por qué invertir a largo plazo

Más allá de lo que dicen los números, el largo plazo es donde te deberías mover como inversor por una mera cuestión personal.

Párate a pensar un segundo cuáles son tus grandes objetivos en la vida: comprar casa, tener una jubilación de ensueño, la universidad de los niños, dar la vuelta al mundo… ¿Ves ya el patrón que tienen en común? La mayoría están enfocados en cosas a largo plazo, que no conseguirás en un año ni en dos.

En el peor de los casos hablamos de metas a medio plazo. Y si tus objetivos están en el medio y largo plazo, ¿no tiene todo el sentido del mundo invertir también con ese horizonte temporal?

Piensa en el dinero para el futuro de tus hijos. Desde que nacen hasta que van a necesitar el dinero para la universidad hay 18 años de diferencia. Invierte es dinero a largo plazo, en activos volátiles y sí, su precio fluctuará, caerá y subirá. Sin embargo, eso poco le va a importar a tu hijo, que bastante tendrá con crecer, aprender e ir formando su personalidad.

Lo único que él verá es el monto total que tiene al final del camino, no los altibajos y curvas del mismo. Así es como deberías enfocar tus inversiones a largo plazo. Decirlo es más fácil que hacerlo, pero para entrar en el mundo de las inversiones sólo tienes que dar el primer paso.