Cuando compras por impulso, estás llenando un vacío emocional, pero no estás invirtiendo en tu felicidad. Aprende a consumir: no es lo mismo querer que necesitar.
Seguro que alguna vez has comprado algo que no necesitas y que no tenías planificado. En ese momento te has sentido bien, tus hormonas se han puesto en marcha generando una sensación de placer y recompensa, pero, esa sensación, tal y como viene se va, y al final te dejará un mal sabor de boca.
A la hora de tomar una decisión de compra, no te dejes llevar por los razonamientos emocionales; comprar un objeto no va a resolver ninguno de tus problemas. Una compra debe responder a una necesidad o a una decisión tomada con tiempo. Justificar una compra en base a tu estado de ánimo te ofrece un momento de “subidón” que pasa rápidamente, dejándote una mayor sensación de vacío.
Es muy importante que te conozcas y tengas claras tus vulnerabilidades para que puedas detectar si hay situaciones en las que compras más de lo que necesitas. Si es así, te proponemos unas recomendaciones para que evites caer en “la tentación”:
- No te precipites. Si vas a comprar algo es mejor que te lo pienses dos veces. Compra lo que necesites, no lo que desees.
- Invierte en experiencias. El mundo está lleno personas y lugares maravillosos. Regálate nuevas experiencias e invierte en actividades, como viajes o conciertos, que te dejarán recuerdos más intensos que la compra de objetos.
- Disfruta en compañía. Las actividades más valiosas son las que vives con la gente que te importa. Relacionarte con los demás te dará confianza y vivirás momentos muy especiales.
- Haz regalos a otras personas, sobre todo si son experiencias compartidas, te dará una satisfacción mayor que comprar cosas para ti mismo.
- Haz de cada compra un momento especial, da valor a lo que adquieres y espacia en el tiempo esas experiencias.
Sigue nuestros consejos y elige cómo quieres gastar tu dinero.
Compra tiempo. Compra vida. Compra felicidad.