Daños en el hogar
Respecto a los desperfectos que la nieve haya podido causar en nuestro hogar, lo primero que debemos hacer es consultar bien nuestra póliza para saber exactamente qué cubre nuestro seguro. No obstante, a diferencia de otros fenómenos atmosféricos como el viento o la lluvia, en el caso de la nieve no suele ser necesario que se cumplan unos límites mínimos de cantidad para reclamar al seguro. Algunos de los daños típicos son las filtraciones producidas por el deshielo, hundimiento de tejados, tuberías congeladas…
Árboles caídos
La imagen de los árboles caídos sobre los vehículos aparcados en las aceras es, sin duda, una de las más impactantes. Si estás en esta situación te interesará saber que tu compañía de seguros cubrirá esos daños siempre que los tuvieras contratados en tu póliza. Es decir, independientemente de que su origen hayan sido las nevadas, los daños de tu vehículo se repararán como si hubieran sido causados por cualquier otra circunstancia de las que se producen habitualmente.
En el caso de que tuvieras contratado un seguro a terceros que no cubre los daños de tu vehículo, se podría iniciar una reclamación ante el propietario del árbol caído, ya sea un organismo público o privado, pero para que la misma prosperase deberá demostrarse que hay una negligencia en el mantenimiento del mismo.
En ningún caso el Consorcio de Compensación de Seguros tiene la obligación de indemnizar estos daños, dado que las nevadas no se encuentran incluidas en la relación de riesgos extraordinarios que indemniza este organismo.
El temido resbalón
En cuanto a los daños personales producidos por caídas en la nieve o resbalones en el hielo por la acumulación de placas en la calzada, si tenemos un seguro de salud este responderá y nos atenderá con total normalidad, al igual que si sufrimos un accidente de circulación por el estado de las carreteras.
Mantente alerta
Lo más importante durante estos primeros días después de esta gran nevada es no salir de casa, salvo que sea imprescindible; retirar la nieve de ventanas, aires acondicionados, antenas y terrazas; mantener el teléfono móvil cargado; tener reservas de agua en casa; permanecer en contacto con familiares y vecinos; y mantener una temperatura cálida en casa durante todo el día y la noche, sin dejar de ventilar.