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Sesgos cognitivos que condicionan lo que compras y cómo inviertes

Sesgos cognitivos que condicionan lo que compras y cómo inviertes

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25.Sep.2023

¿Te ha parecido alguna vez que tomabas decisiones en piloto automático? ¿No entiendes cómo has acabado comprando esa televisión tan grande? ¿Por qué ahorras poco, aunque sabes que es importante? La respuesta a todas estas preguntas está en tu cerebro y en lo que se conoce como sesgos cognitivos.

Qué son los sesgos cognitivos

Los sesgos cognitivos son atajos mentales de nuestro cerebro a la hora de recibir y procesar la información para tomar una decisión y actuar en consecuencia.

Son algo así como reacciones automáticas del cerebro basadas en años de evolución para actuar rápido y, en teoría, de la mejor manera posible. Eso sí, dejando de lado la parte racional de nuestro cerebro.

Son los causantes de que, en un momento de nuestra evolución en la sabana, ante un movimiento sin identificar en la vegetación, corriésemos a los árboles. También hacen que el cuerpo se tense y se prepare para la huida o la lucha si percibe un peligro.

Estos sesgos o atajos mentales fueron muy útiles en el pasado, pero en el mundo actual no lo son tanto. De hecho, pueden llegar a ser contraproducentes. Piensa en el ejemplo anterior. Esa tensión es lo que pasa cuando sufres un ataque de ansiedad o de estrés porque tu mente interpreta que hay un peligro y reacciona cuando, en realidad, los peligros actuales suelen requerir de otro tipo de decisiones más sosegdas.

Es la diferencia entre pensar rápido y pensar despacio, que es precisamente como se titula la obra del psicólogo Daniel Khaneman, que estudia este fenómeno. De forma muy resumida, Khaneman explica que nuestro cerebro trabaja con dos sistemas.

Uno es rápido, automático, intuitivo, está siempre activo y dispuesto a saltar. El otro es lento, utiliza la razón y no la intuición, pero necesita tiempo para activarse. Si no se lo damos, el pensamiento rápido será el que tome las rienas.

Cómo nos afectan al tomar decisiones

El sistema de pensamiento rápido es como el cableado básico de nuestro cerebro. La forma de tomar decisiones por defecto, que no siempre la mejor.

El motivo es muy sencillo. Hay decisiones que requieren de un análisis que esta forma de pensar no puede dar y que los sesgos cognitivos entorpecen. Estos sesgos torpedean nuestro pensamiento racional, nublan la forma en la que interpretamos la información y hacen que seamos menos racionales de lo que pensamos y queremos.

Los atajos mentales son una de las razones por las que usamos estos sesgos, aunque también influyen otros elementos como el carácter emocional y, por supuesto, la propia sociedad.

Sesgos más importantes para tus compras e inversiones

Para poder enfrentarse a estos sesgos, lo primero que necesitas es conocerlos, saber cómo funcionan y de qué forma alteran tu visión de la realidad.

Estos son los sesgos más importantes para tus finanzas personales y tu día a día:

El sesgo del presente

¿Te has pregunta alguna vez por qué te cuesta tanto ahorrar o ponerte a dieta? Este sesgo tiene mucho que ver en ello.

Es nuestra presdisposición a buscar la gratificación inmediata frente a las recompensas a largo plazo. Por ejemplo, comprar esas zapatillas que quieras en lugar de ahorrar.

Aversión a la pérdida

Perder nos duele 2,5 veces que una ganancia equivalente, según distintos estudios. Solo hace falta ver a unos niños jugar para entenderlo.

Esta aversión a la pérdida está presente en muchos apartados de nuestra vida. En el de finanzas personales es uno de los motivos por los que cuesta empezar a invertir, o por los que muchas personas invierten con un perfil de riesgo más conservador del que deberían.

También es la razón por la que, para la mayoría de personas lo óptimo es invertir poco a poco en lugar de hacerlo de golpe, aunque los números dicen que la segunda opción es más rentable a largo plazo.

Sesgo del optimismo

Odiamos perder, pero somos optimistas por naturaleza. Eso también afecta a cómo invertimos y cómo planificamos.

Por ejemplo, en momentos de bonanza del mercado o al establecer nuestro perfil como inversores, es habitual ser demasiado optimista sobre como reaccionarás en los momentos de caída. En consecuencia, establecemos un nivel de riesgo superior al que podemos soportar y cuando el mercado baja, sobreactuamos vendiendo en pánico.

Este sesgo también afecta a la planificación de la jubilación, donde es habitual infravalorar cuánto necesitaremos al jubilarnos o pensar que viviremos con 65 años (la edad de jubilación) siempre.

Sesgo de confirmación

También conocido como la profecía del autocumplimiento, es nuestra tendencia natural a recordar y dar más poder a las informaciones y opiniones que refuerzan nuestra postura.

Por ejemplo, al hacer búsquedas sobre un producto de inversión concreto que nos gusta, tenderemos a desechar las que vayan en su contra y ver solo las reafirmen la decisión que hemos tomado.

Muchas redes sociales te pueden hacer caer en este sesgo porque tienden a mostrarte información que cuadra con tus intereses, reforzando tu opinión. Incluso en buscador de Google puede hacerlo al mostrarte antes los resultados de páginas que sueles visitar.

Sesgo de conservación

En sesgo anterior y este se amplifican mutuamente en muchos casos. Es la disposición que tenemos a dar mayor importancia al primer análisis que realizamos, desechando el resto.

Además, este sesgo cobra más fuerza cuanto más compleja es la información que hay que procesar. Sin embargo, es fácil que en ese primer análisis ya hayan intervenido sesgos que distorsionasen la decisión.

Por ejemplo, si en un primer momento decides que es mejor comprar que no hacerlo, el resto de análisis irán en esa dirección.

Sesgo de la contabilidad mental

Es uno de los más curiosos y se puede definir como el sesgo del dinero del casino o del dinero caído del cielo. Básicamente es la razón por la que utilizamos y damos un valor diferente al dinero según su procedencia.

Si ese dinero está relacionado con nuestro esfuerzo, lo valoraremos más que si lo hemos ganado en un juego de azar o en el casino, por ejemplo. Según este sesgo, tenderemos a malgastar ese dinero caído del cielo porque no nos ha costado ganarlo.

Esto es algo que ocurre incluso con la paga extra, que es más fácil de gastar que el salario mensual.

Sesgo del status quo

El status quo es el causante de que nos cueste asumir el cambio. Nos empuja a mantener las cosas como están y la razón es que todo cambio es una oportunidad de pérdida (sesgo de la aversión a la pérdida).

En finanzas e inversión hace que invirtamos de la misma forma y en los mismos productos e incluso que no invirtamos en absoluto.

Efecto anclaje

Es una técnica de marketing y negociación muy efectiva que aprovecha uno de estos atajos mentales. En esencia consisten nuestra tendencia a anclar nuestra decisión en un dato o elemento concreto, que normalmente es el primero que recibimos.

Por ejemplo, si preguntas o investigas el precio de un móvil de gama media y en un primer momento ves que es de 250 euros, ese será el rango de precios que después uses para comprar el terminal. Y lo mismo ocurre con las características del terminal.

Imagina que entras en una tienda, preguntas y te dicen que la clave es que tenga mucha memoria. Eso será lo que valores para tomar la decisión de qué móvil comprar. Y lo mismo pasa con la compra de un coche si el vendedor ve que tienes hijos y te pregunta si te importa su seguridad. En ese caso buscarás el modelo más seguro a costa de perder prestaciones en otras áreas.

Efecto bandwagon

También conocido como el efecto arrastre, resume nuestra predisposición a seguir a la moda o a la masa.

Aquí también juega un papel muy importante el efecto Fomo o Fear of Missing Out, que a través de la aversión a la pérdida nos empuja a hacer cosas por el miedo a perdérnoslas. En el ámbito social, puede ser ir a ese concierto al que no te apetece pero que van todos.

Al invertir, es el error habitual de invertir por modas y en el activo de moda, que rara vez es el mejor a largo plazo.

Efecto encuadre

El efecto encuadre interactúa con otros sesgos para potenciarlos. Hace que interpretemos la información de manera distinta según la forma en la que la recibimos. Por ejemplo, una rebaja del 33% no suena igual que un 3×2, lo mismo que sólo un 1% de grasas frente a un 99% libre de grasas.

Efecto halo

Esta es una estrategia de marketing muy utilizada. Se basa en aprovechar la fama de un persona para vender cualquier producto, esté o no dentro de su ámbito de influencia.
Por ejemplo, un tenista prescribiendo relojes o un jugador de fútbol maquinillas de afeitar, cuando en realidad su opinión sobre ambos productos no tiene por qué ser especializada.

Sesgo en beneficio propio

Por último, el sesgo del beneficio propio hace que percibamos nuestros fracasos como algo circunstancial e incluso ajeno a nuestro control, pero que consideremos que los éxitos sí son mérito nuestro.

Para tus finanzas, puede hacer que expliques tus pérdidas por la locura del mercado, pero no hagas lo mismo con tus ganancias. Eso, unido al sesgo del status quo, puede llevarte a mantener sistemas de inversión más aleatorios de lo que piensas.

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