¿Qué se considera deuda buena?
Cuando hablamos de deuda buena no nos referimos a un préstamo en buenas condiciones. Incluso la financiación al 0% y sin gastos entraría dentro de lo que se considera un mal endeudamiento.
Lo que define a las deudas buenas es su destino, para qué se utilizan. En concreto, se consideran que son deudas buenas las que sirven para adquirir un activo. Es decir, las que sirven para financiar algo que puede reportar un ingreso adicional en el tiempo, que te ayudarán a ganar más dinero del que has pedido prestado más los intereses.
El ejemplo típico de deuda buena es una hipoteca para comprar una casa para alquilar, un activo con el que podrás ganar dinero incluso mientras pagas la deuda. Podrías pagar 500 euros de hipoteca y tener unos ingresos de 700 euros al mes, lo que dejaría un saldo de 200 euros en tu cuenta cada mes sin contar con gastos e ingresos. Además, tras pagar la deuda de la hipoteca tus ingresos se dispararían.
También entrarían dentro del ámbito de la deuda buena los préstamos para financiar tus estudios o un préstamo para invertir a un tipo reducido, aunque hay que tener cuidado con este tipo deuda porque su retorno puede no ser el esperado.
En general, una deuda buena es cualquier préstamo que sirva para comprar un activo que te hará ganar dinero, bien sea porque su valor aumentará con el tiempo (antigüedades y otras inversiones alternativas, o una vivienda), o porque te ayudarán a aumentar tus ingresos (crear un negocio, generar ingresos pasivos o mejorar tu salario o tu formación).
¿Qué se considera deuda mala?
En el lado contrario está la deuda mala. Que, por describirla de un modo muy resumido, es todo lo que no entra dentro de la definición anterior.
Las deudas malas están normalmente relacionadas con el consumo. Son préstamos y créditos que se usan para comprar un pasivo, algo que no te va a generar un ingreso el día de mañana.
Hay miles de ejemplos de deuda mala, como los préstamos para financiar las vacaciones, una televisión, bodas, comuniones e incluso fiestas. De hecho, una de las formas de disfrutar más de la Navidad, es no endeudarte para pagarlas.
Hay incluso quienes consideran que una hipoteca para comprar tu casa es una mala deuda porque tu vivienda no es un activo. Lo cierto es que sí puede serlo y hay por lo menos 11 formas de monetizar una casa.
La deuda mala está compuesta por la deuda de las tarjetas de crédito, préstamos personales y créditos al consumo. Una característica adicional de estas deudas es que en muchos casos tienen tipos de interés elevados, lo que hace que sean todavía más nefastas.
¿Cuentan las condiciones de la deuda y el nivel de endeudamiento?
Lo que distingue ambos tipos de deuda es si compras un activo o un pasivo. En teoría, el tipo de interés no juega ningún papel en la definición de ambas. Sin embargo, sí que tiene mucho que ver en cuándo una deuda puede ser buena o mala, o cómo de mala o buena es.
Para que lo entiendas mejor, un préstamo con intereses bajos siempre será más llevadero que uno más alto y tendrá un menor impacto final en tus finanzas. A partir de ahí, existen préstamos que son directamente nocivos, como los que normalmente generan las tarjetas de crédito en modo revolving. La razón es que conjugan tipos de interés muy elevados con un sistema de endeudamiento que hace que la deuda crezca en lugar de reducirse.
Algo parecido pasa con tu nivel de endeudamiento. Una deuda para comprar una televisión nunca será una deuda buena, porque estás comprando algo que no te generará nunca ninguna rentabilidad económica. Sin embargo, no es lo mismo hacerlo al 0%, ahorrando un 10% de tus ingresos al mes y sin otras deudas, que cuando estás con el agua al cuello o ya destinas más del 40% de tus ingresos a pagar deudas.
Al final, la idea detrás de esta diferencia entre deuda buena y deuda mala es que la primera te ayuda a mejorar tu situación financiera y aumentar tu patrimonio futuro, o a mejorar tus flujos de caja (el dinero que ingresas). Por el contrario, la deuda mala te hace perder libertad financiera porque estás comprando un pasivo que no te ofrece ninguna rentabilidad.
En cualquier caso, nunca debes perder de vista que la deuda es una compañera de viaje muy peligrosa. Es la principal causa de estrés económico y toda una losa emocional, independientemente de si se trata de deuda buena o mala.
Por eso mismo, es mejor evitarla en la medida de lo posible, o utilizarla como deuda buena, para comprar activos que servirán para mejorar tu situación financiera y vital.